De una pequeña carta a una gran pregunta: Sobre la "Carta" de Üstün Dökmen

De una pequeña carta a una gran pregunta: Sobre la "Carta" de Üstün Dökmen
Librería Remzi, 2024
A veces llega una carta; no solo las palabras, sino también el peso de los sueños acumulados a lo largo de los años se desbordan del sobre. La nueva novela de Üstün Dökmen, "La Carta", comienza precisamente con una carta así. Nos invita, a una joven aspirante a profesora, a reflexionar sobre la vida, el sistema, la fe e incluso su propia voz interior. Esta llamada no es pasiva; como lectores, abrimos la carta, abriendo un espejo a nuestras propias vidas.
El protagonista de la novela, Mirza Emir, es un joven que emprende el viaje de una vida normal. Sin embargo, su verdadera lucha no es con el mundo exterior, sino con los ecos de su interior. Presenciamos los sueños de un niño que aspira a ser un gran hombre, menguados a medida que crece, y su creciente soledad a medida que crece. La narrativa de Dökmen transmite no solo una aventura individual, sino también las historias de miles de jóvenes que crecieron en esta tierra, pasando de una prueba a otra, y en ocasiones siendo puestos a prueba por la religión, el estado y la familia.
Este es precisamente el poder de La Carta: está ambientada en un paisaje ficticio, pero cada rincón resulta familiar. El pueblo de Arpalı, en la ciudad de Gardenbahçe, se abre a las calles de nuestra infancia, a las oraciones de nuestras madres, a las luchas silenciosas de nuestros padres. Independientemente de dónde nazca un niño, el sueño de convertirse en un "gran hombre" es universal. Pero en este paisaje, la niebla que se cierne sobre este sueño no es solo individual; es la niebla de la asfixia colectiva.
En esta novela, Dökmen no se limita a contar una historia; también cuestiona la forma misma de contarla. Las intervenciones del editor, las notas a pie de página y la relación directa que establece con las voces interiores entre paréntesis impregnan el texto de un tono sincero, a veces irónico, pero siempre cálido. Como lo ha hecho durante años en "Pequeñas cosas", revela lo profundo dentro de lo aparentemente simple. Porque, como la vida misma, la novela comienza con una pequeña sorpresa, pero con el tiempo, se agrieta y se profundiza como una falla.
Las decepciones de Mirza Emir no son aleatorias, sino sistemáticas. Con el lenguaje de un estado que dice: «Si no apruebas un examen, no puedes ser nada», no hablamos de un simple criterio de servicio civil; hablamos de una oscuridad silenciosa y corrosiva. La novela cuestiona la luz que emerge —o no emerge— de esa oscuridad. Y, sobre todo, pregunta: ¿Qué significa ser un verdadero «gran hombre»?
El lenguaje de Dökmen es sencillo, pero profundo. El humor se filtra sutilmente entre líneas; el dolor, sin embargo, no se esconde; está ahí, frente a nosotros. La «Nota Importante e Importante» al comienzo de la novela no es solo una advertencia; es un manifiesto, un recordatorio de lo que es la literatura. Es ficción, sí, pero es tan real que a veces rivaliza con la realidad.
Y precisamente por eso es tan impresionante: porque "La Carta" pinta un panorama de una Turquía no tan lejana. Describe el sistema de exámenes moldeado por la memorización de la burocracia, los estancamientos en la educación, cómo las enseñanzas religiosas se repiten sin ser asimiladas, y la carga de una generación agotada que intenta construir un futuro con los residuos del pasado.
La Carta es una novela escrita no solo con los conocimientos de psicología de Dökmen, sino también con un corazón que comprende y ama a la humanidad. Contiene humor y tristeza a la vez. También está la mirada esperanzadora de un niño que dice: «Yo también soy pastor, puedo ser un gran hombre», y la sombra de los sueños que se desvanecen al margen del sistema.
¿Conclusión? En realidad, no hay ninguna. Porque cada lector saca su propia conclusión. Algunos miramos a Mirza Emir y recordamos un viejo sueño, otros el camino que aún recorremos. La novela de Dökmen está llena de preguntas, no de respuestas. Y quizás por eso es tan poderosa: a veces una novela no cuenta la historia de una vida; cuenta la historia de un sentimiento.
Y La Carta es precisamente una novela así. Llega silenciosamente, dejada en nuestra puerta. Luego, poco a poco, empieza a cambiarnos...
Cumhuriyet